domingo, 25 de noviembre de 2012

1. Unas pipas y al futbol.

Paseando por la calle, en nuestro primer dia en Bulgaria, nos compramos unas pipas que presagiaban algo grande.


De casualidad encontramos un viejo estadio donde se estaba disputando un partidillo del equipo local.


Era una tarde calida y tranquila, una tarde de domingo para disfrutar en familia...


o en grupo, como los hinchas del equipo visitante, dando apoyo incondicional a sus jugadores.


Pasaban los minutos y todo estaba en orden, hasta que el arbitro tomo protagonismo, la lio y expulso a un jugador del equipo visitante bajo los aplausos de la grada.


El ambiente comenzaba a caldearse, la sangre de los "hooligans" hervia, insultos y gritos se cruzaban por el aire...


La policia trataba de poner orden, pero los hooligans estaban rabiosos, la ira les dominaba, asi que comenzaron a volar botellas y asientos arrancados. Un domingo tranquilo que se convirtio en humo y destruccion en un simple partidillo de regional.


Este fue nuestro primer contacto con Bulgaria.
Y ahora que hacemos? Seguimos? o nos vamos a Madagascar?

sábado, 24 de noviembre de 2012

2. Otoño en el Mar Negro.

Normalmente los paises a un lado y otro de la frontera cambian de bandera, de idioma, de moneda, de gente, de nivel economico... Pasando de Turquia a Bulgaria ha cambiado todo eso pero tambien la geografia, que aunque sigue siendo un rompe piernas es mucho mas agradecido.
Bosques, buenas carreteras, poco trafico y pequenos pueblos es lo que encontramos.

 

Parece que el otono a caido de golpe. En Turquia las hojas de los pocos arboles que vimos comenzaban a cambiar de color. Aqui en Bulgaria los bosques ya son amarillos, rojos, con las hojas ya en el suelo.


 

Esto hace que rodar por estas carreteras, apenas sin trafico, sea magnifico. 




La Europa del este esta presente. Se siente cierta tristeza, algo melancolico, decadencia y soledad. 




Los pueblos que atravesamos estan practicamente desolados, casas abandonadas que se agrietan, caen sus tejados y la vegetacion impone su voracidad.


El oxido avanza imparable, vallados, parques infantiles en los que ya no quedan ninos para jugar... 

 

y vehiculos que tuvieron tiempos mejores sucumben ante el.


 Aqui el tiempo no pasa, todo sigue igual...




Despues de unos dias de pedaleo entre bosques impresionantes, nostalgia, hojas, tristeza y color gris, llegamos al Mar Negro.



La costa del Mar Negro es muy parecida a la mayor parte de la costa del Mediterraneo. Construccion masiva, hoteles, aquaparks, apartamentos, fiesta, discotecas, restaurantes... 


Todo esto es en la estacion alta, en verano. Ahora, siguiendo los topicos de lo que nos vamos encontrando, todo esta abandonado. Supermercados vacios, soledad en las calles, pandillas de perros recorriendo las calles desiertas, viento, silencio, hacen recordar las peliculas apocalipticas en las que un virus termina con la humanidad o la obliga a vivir bajo tierra.



Solo unos locos como nosotros se atreven a subir a la superficie y recorrer las calles. 


Evitando las nacionales atestadas de trafico, de nuevo en ruta por las carreteras del interior, mas relajantes y disfrutando de los colores...




y de la gente que, pese a la tristeza que se respira en el ambiente, son gente risuena, simpatica y encantada de pasar un rato con nosotros. 


Nos cuentan que la situacion economica en Bulgaria esta muy mal. Se rien de nuestra crisis, ellos llevan 30 anios. Apenas hay trabajo, los salarios son bajos y la gasolina,  la vivienda, la luz y la comida, caras. Por eso en estos remotos pueblos ya apenas quedan jovenes. Todos han emigrado en busca de trabajo a las ciudades o a paises en el extranjero.




Pero bueno, la vida sigue, asi que despues de cambiar nuestras bicis por este viejo carro y un caballo desdentado... 



llegamos a Varna, nuestro destino final en el mar Negro.

 



viernes, 23 de noviembre de 2012

3. Cuando el grajo vuela bajo...

Proseguimos nuestro camino, abandonando el mar Negro y adentrandonos de nuevo en los bosques otonales rumbo al Danubio.


Al atardecer, como siempre hacemos, toca buscar un lugar para dormir, pero antes, algo para cenar. Caimos en una pequena tienda, compramos todo lo necesario, y en el momento de partir...de nuevo un pinchazo!!
La noche estaba al caer, asi que preguntamos donde podiamos poner la tienda en el pueblo.
Tienda? No, no, hace frio, en mi casa estareis mejor!! Asi que ahi estabamos otra vez, dejandonos querer por Veliko y su familia, buena comida casera, buena cama, comunicandonos gracias al ingles, gracias al lenguage de signos y gracias al rakia, el licorazo nacional.


Hasta bien entrada la noche estuvimos ahi, mano a mano, codo con codo, nosotros contando batallitas de nuestro viaje y el grandullon de Veliko anecdotas antiguas sobre el comunismo y su amor fraternal a la patria rusa.


Que mejor para la resaca que un madrugon, un buen desayuno, un buen abrazo del oso de Veliko...


unas buenas cuestas y una reconfortante parada para comer en la iglesia de algun pequeno pueblo.


Aqui en los pueblos, los mas ancianos aun conservan la camisa comunista de otros tiempos, para algunos mejores, para otros peores.


Buscamos cualquier excusa para dejar de pedalear.

Por fin llegamos al rio Danubio. Al estar cerca ya de su desembocadura, despues de recorrer casi sus 2888 kms desde su nacimiento en la selva negra alemana, aqui el rio es enorme, de una anchura de cientos de metros.


Cantidad de ferrys se encargan de comunicar las dos orillas, los dos paises, Bulgaria y Rumania, y multitud de cicloviajeros recorren sus orillas rio abajo, no como nosotros, rio arriba y contra este aire infernal que tenemos de frente y nos hace parar a cada rato.





Uno de los mejores momentos que hemos tenido en estos dias ha sido en casa de estos fenomenos.
Ya casi caida la noche, paramos en un restaurante, y antes de pedir nada, el bueno de Krashik nos pregunto: Donde dormir? En la tienda por ahi, no problem!! No, no, no tienda!!
Al rato aparecio su hijo, sus colegas y la novia francesa de uno de ellos y nos llevaron a su casa.



Estuvimos largas horas rodeando la hoguera, comiendo gordas salchichas que trajo el bueno de Krashik, escuchando el saxo de Mari, avivando el fuego con los 60 grados del rakia que ya no podiamos beber, charlando y riendonos con esta gente tan interesante que el destino quiso que encontraramos.



Hay un dicho que dice: Cuando el grajo vuela bajo hace un frio del carajo!!


El dia que llegamos a Ruse por fin estrenamos el chubasquero, los pantalones y los guantes goretex  que tenemos para el agua. Bueno, mas que goretex son guantes para fregar, bien elasticos y bien rosas!!

Parecia que el invierno habia llegado de golpe, aire, frio y lluvia no eran la mejor combinacion para seguir nuestro camino, asi que, como el pronostico no mejoraba en 4 dias, decidimos pasar un par viendo tranquilamente Ruse, una ciudad moderna, como cualquier ciudad europea. No solo hay carromatos en Bulgaristan!!




Y los otros dos visitando Veliko Tarnovo, un pintoresco pueblo con sus casas colgadas en una empinada ladera a orillas del rio Yantra...



su fortaleza medieval de Tsarevets...



y sus estrechas callejuelas adoquinadas.


Todo esto suena muy bonito, pero estas fotos las sacamos en media hora, el dia de  vuelta a Ruse, cuando el sol por fin aparecio de entre las nubes. El resto del tiempo lo pasamos degustando las cervezas locales en los elegantes pubs en compania de Antonio y Joaquin, y debajo del edredon con el  mando en la mano haciendo zaping, tragandonos el campeonato mundial de billar, documentales de animales y de viejas glorias futbolisticas bulgaras.


Salud y alegria!!